En Julio apareció en El País un reportaje acerca de la Anorexia Nerviosa. En él se destacan aspectos tan esenciales de esta enfermedad como la gravedad, la necesidad más que frecuente de tratamientos intensivos, como la hospitalización parcial en Unidad de Día o la hospitalización completa y lo prolongado de los tratamientos, que vienen a durar entre 4 y 5 años.
Además se resume una publicación aparecida en la revista Nature Genetics de este julio, que estaba encabezada, como muchos artículos de este tipo, por un título («Un estudio genético de asociación identifica ocho lugares cromosómicos de riesgo y tiene implicaciones sobre los orígenes metabólicos-psiquiátricos de la anorexia nerviosa») que puede provocar confusiones y falsas expectativas. Y esa posibilidad no es en absoluto trivial cuando se trata de una enfermedad grave que afecta a un 1 % de la población.
En particular, las palabras «…origins for anorexia nervosa» podrían inducir falsas esperanzas en muchas personas afectadas y en sus familiares: encontrar orígenes y descubrir soluciones parecen ir de la mano en nuestra concepción de la medicina. Lo cierto es que, como se aclara en El País, el estudio, que sin duda tiene interés, no se centra en el origen de la anorexia, aunque se refiere a aspectos genéticos.
Cabe preguntarse por qué aquellos investigadores eligieron un título que roza el sensacionalismo en una publicación tan seria como Nature Genetics. Una posibilidad es que las dificultades con las que lucha la investigación médica la aboquen al marketing para subsistir.
Queremos destacar aquí el respeto y la prudencia de la periodista Jessica Mouzo Quintáns al enunciar el hallazgo en El País del día 16 de Julio. Es también excelente la interpretación ponderada que ella y Fernando Fernández-Aranda vierten en las páginas del periódico.
Los medios de comunicación se enfrentan hoy a la responsabilidad de difundir adecuadamente las novedades científicas y para ello tienen que asesorarse por personas que, aportando distintas perspectivas, logren una claridad y una contextualización que resultarían inalcanzables desde la visión única y el lenguaje técnico del investigador o del experto.
La participación en el reportaje de Sara Bujalance, presidenta de la Asociación Catalana de Anorexia y Bulimia es el prisma que faltaba para hacer más que recomendable la lectura de este trabajo periodístico.
Este artículo se publicó originalmente en el Blog de la Dra. Carmen Ponce de León, de Trastornos de la Alimentación de Hospital U. Quirónsalud Madrid