La convivencia con los otros seres vivos

La convivencia entre las personas y los otros seres vivos está presidida por la generosidad.

Cuando cuidamos una planta la miramos cada poco, buscamos identificar sus carencias para responder a ellas, intentamos comprender lo que nos dice para complacerla… así, hacemos posible que esa planta crezca luminosa, y cuando llega la estación, nos alegre con su color y con su aroma.

Por el contrario, si la desatendemos o nos entregamos a otros afanes, llegará el día en que la encontremos mustia, debilitada. Puede ocurrir también que a pesar de nuestros cuidados, veamos con asombro que no termina de brotar.

Creación de Guadalupe Moreno

Sucede a veces con las personas. ¿Quién no ha sufrido el dolor de ver cómo una relación no florece a pesar de su empeño y sus cuidados? ¿por qué si doy tanto no avanzamos? ¿Por qué no me alcanza lo que me da? Aún así, con frecuencia, nos empeñamos en continuar y continuar, perdiendo nuestro equilibrio, agotándonos, y con ello, alejándonos de nuestra esencia.

Si tuviera que definir el amor, primero pensaría en la palabra generoso. Me atrevería a ir más allá, y decir que si no existe la generosidad difícilmente vamos a acercarnos al amor.

La generosidad es el cuidado del otro y para alcanzar ese cuidado tenemos que haber aprendido a cuidar de nosotros mismos.

Por el contrario, la ira, la queja, el rencor, … generan estados de ofuscación, en los que el ser humano se entrega a restablecer el bienestar que le falta sin mirar más allá. Así se aleja e incluso daña a la persona que tiene al lado. Puede abandonarse, arrojando al otro al mismo abandono.

Cuando esto ocurre, es bueno recordar la palabra aceptación.

Soltar. Dejar ir.

Nadie nos ha enseñado a ello … anticipamos el sufrimiento que pueda venir y eso nos paraliza impidiendo la decisión. (Pero) únicamente soltando podremos volver a encontrar el equilibrio que nos permita amar.

El trabajo personal, el conocimiento de nuestro interior, nos acerca a un estado de equilibrio que nos permite relacionarnos desde la calma. Los estados de armonía interior invitan a la generosidad.