Con pocos años la persona ya sabe qué es padecer, porque ya ha padecido, pero apenas sabe que también padecen otros seres, pues verlo sin sentirlo no es saberlo, y el niño que no imagina lo que sufren los demás, no conoce otros males que los suyos.
Pero cuando el primer desarrollo enciende en él el fuego de la imaginación, comienza a sufrir con sus dolores. Entonces la triste pintura de la humanidad doliente debe despertar en su pecho la primera ternura.
Así nace la piedad, primer sentimiento que mueve al corazón humano, según el orden de la naturaleza. Para volverse piadoso y sensible, es necesario que el niño sepa que hay seres semejantes a él, que sufren lo que ha sufrido, que sientan los dolores que ha sentido, y otros de los que debe tener idea de que también puede sentirlos. Y en efecto, ¿cómo nos dejamos mover por la compasión si no es trasladándonos fuera de nosotros, identificándonos con el ser que sufre, dejando, por decirlo así, nuestro ser por tomar el suyo? Sólo en cuanto pensamos que él sufre, sufrimos nosotros, y sufrimos en él, no en nosotros. De modo que ninguno se vuelve sensible hasta que se anima su imaginación y comienza a trasladarle fuera de sí mismo.
Jean-Jacques Rousseau
¿Qué nos sugiere?
He sentido la compasión de otras personas hacia mí cuando salía con la bicicleta por la casa de campo. Si estabas parada o tenías algún problema mecánico, los víandantes pasaban, pero cualquier ciclista se detenía y te preguntaba si estaba todo bien. Cuando no lo estaba, y no podía resolverlo, siempre he recibido ayuda. No importa el tiempo que emplearan en echarme una mano, alguna vez incluso han llegado a estar una hora intentando arreglarme una cadena enganchada. He sentido su amabilidad, su gesto cariñoso porque probablemente ellos habían sufrido esa situación alguna vez.
Freya (Mayo 2020)
En mi familia está Angelines, mi tía, la hermana de mi madre. Ella es una persona maravillosa, muy querida por toda la gente que la conoce y sobretodo por su familia. Es inteligente y cuando quiere muy animada, además ella tiene síndrome de down. Angelines siempre ha llevado una vida agradable y siempre se ha intentado que el trato hacia ella sea lo más parecido al de todos nosotros. Recuerdo, que cuando yo era muy pequeña, mi tía no estaba teniendo un buen día y entonces me puse en su lugar y comprendí que era la mujer más fuerte de la casa ya que tenía que participar en el mismo mundo donde todos vivimos, tarea ya difícil de por sí, lidiando con las dificultades que por cuestión de azar le había tocado vivir. Pensé que el valor de sus sonrisas, carcajadas y abrazos valían el doble y comprendí la fuerza que llevaba dentro.
Selene (Mayo 2020)