Históricamente, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) se han asociados con causas psicológicas, sociales y familiares. Pero en las últimas décadas la investigación científica ha aumentado nuestra comprensión de lo que ocurre en el cerebro cuando se padece un TCA, concediendo mayor importancia al papel de la herencia en el desarrollo de estas patologías.
Múltiples estudios genéticos han demostrado que la tasa de anorexia, bulimia y otros trastornos de la alimentación es mayor en familiares de personas afectadas; además, los genes implicados en los síndromes alimentarios se asocian con síntomas propios de otros trastornos mentales -pero también frecuentes en los TCA- como la ansiedad, el perfeccionismo, el miedo a la incertidumbre, etc.
Se podría decir que existe en ciertas personas una vulnerabilidad que predispone a la enfermedad. En un momento vital (casi siempre la adolescencia) en el que el organismo es más proclive a ciertos cambios hormonales y cerebrales, la dieta restrictiva actúa como factor desencadenante que, en personas con predisposición genética, puede generar un círculo vicioso, que escapa al control de la voluntad y del que es imposible salir sin recibir tratamiento específico.
Una Unidad compuesta por profesionales de distinta formación y que ofrece diferentes modalidades de tratamiento permite abordar la Anorexia, la Bulimia Nerviosa y algunos tipos de obesidad en cada fase de la enfermedad, mediante tratamientos médicos (psiquiátricos y nutricionales), y psicológicos (psicoterapias individuales, grupales y familiares), para lograr la remisión, entendida no sólo como corrección de las conductas alimentarias anómalas, sino como mejora global de la calidad de vida.
Entrada original en el blog de la Unidad de Trastornos Alimentarios de QuirónSalud Madrid.