Son maneras de vivir la alimentación y la propia imagen física que producen limitación y sufrimiento. La frustración derivada de no gustarse físicamente puede ser tan intensa que los pacientes limiten sus relaciones al ámbito familiar. Las preocupaciones por la comida, el miedo a engordar o la necesidad de controlar el peso pueden ocupar muchas horas del día y causar desasosiego, interferencia en el estudio, el desarrollo profesional y las relaciones con los demás. Los pacientes se quejan de no poder evitar pensar en comida continuamente y de comer con ansiedad. A veces dicen pesarse varias veces al día y otras veces tienen miedo a pesarse porque creen que han engordado de forma descontrolada.
Los más frecuentes son los llamados «Trastornos no especificados». Esa designación se aplica a ciertos estados que «casi» llegan a la Anorexia o a la Bulimia Nerviosa. Es decir, son conductas, preocupaciones y sentimientos negativos hacia la alimentación y/o el peso corporal, que persisten pero no llegan a la gravedad de los dos trastornos mencionados. Aunque la sintomatología no esté tan presente y definida en el día a día de la persona afectada, estas patologías necesitan atención médica y psicológica. Son tan habituales que se calcula que cada 18 meses, más de un 4% de adolescentes españolas inician conductas anoréxicas y/o bulímicas, es decir, practican la restricción de alimentos, es decir luchan contra el hambre o pierden el deseo de comer -conducta característica de la Anorexia- o intentan eliminar lo que han ingerido, mediante vómitos autoprovocados.