Añoramos la calle que hace sólo dos meses era algo inadvertido de tan presente en la vida de casi todos. Ahora fachadas, aceras y balcones están quietos, se han ausentado de lo cotidiano en esta primavera gris de la ciudad.
Los grafitis se han quedado solos; no emocionan a sus partidarios y han dejado de molestar a quienes prefieren las fachadas limpias.
En casa aparece lo que nunca habíamos buscado, en los suelos alguien recrea la sorpresa de esta realidad que se nos escapa de las manos.
Texto de Carmen Ponce de León