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Las descripciones de los diferentes problemas psicológicos en que se centra la Psicología Clínica, tiene como función el aprendizaje y la comunicación entre ciudadanos y entre profesionales. En Zeine estamos comprometidos con una visión de la salud y el malestar psíquico, que tiene en cuenta en primer término los intereses, objetivos y valores del individuo. Trabajamos desde el respeto a las experiencias, a los contextos y particularidades de las distintas personas. Por eso, valoramos y tratamos a cada paciente de forma estrictamente individual. Por eso también, aplicamos las técnicas que gozan de mayor eficacia probada.

Estados depresivos

Son estados de abatimiento e infelicidad experimentados, en diferentes grados, por la mayoría de las personas alguna vez en la vida. Lo que distingue a estos trastornos de la tristeza normal motivada por acontecimientos adversos o pérdidas, es su intensidad y su prolongación en el tiempo. Los síntomas más comunes son la pérdida del interés o el placer en las actividades que con anterioridad se disfrutaban, el cansancio, la dificultad de concentración y los sentimientos negativos, como culpa, desesperanza o incapacidad. Son comunes también las alteraciones del sueño y el apetito.

Ansiedad

La ansiedad es un estado de agitación, inquietud y zozobra del ánimo, ante un peligro o daño cierto o imaginario. Se expresa en el plano físico (tensión muscular, palpitaciones, mareos, dolor en distintas partes del cuerpo, temblor…) y en el plano psíquico (malestar emocional, sensación de amenaza y de fragilidad personal). La ansiedad – aunque puede desencadenarse por acontecimientos reales – engloba un conjunto de sensaciones e ideas que se proyecta sobre el futuro, sobre el mundo de lo posible. Se considera que la diferencia entre el simple miedo y la ansiedad es que el primero es más concreto y referido a estímulos o situaciones del presente o el futuro próximo, mientras que la ansiedad se dirige a sucesos que podrían llegar a ocurrir.
  1. Crisis de Pánico o crisis de Angustia Los ataques o crisis de pánico son episodios en los que se experimentan – de manera brusca y alarmante – síntomas físicos de origen nervioso, como palpitaciones, dificultad para respirar, sensación de presión en el pecho, mareo o inestabilidad, diarrea, temblor, oleadas de frío o de calor, etc. Las sensaciones pueden variar en su duración y afectar más a unas u otras partes del organismo. A veces son más ligeras (“crisis con síntomas limitados”), pero en todos los casos existe un sentimiento de temor e indefensión. Con frecuencia las Crisis de angustia repetidas se acompañan de Agorafobia.
  2. Agorafobia La agorafobia es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por un miedo intenso a alejarse de situaciones de seguridad. El paciente evita estar solo o viajar o permanecer en espacios de difícil escape. El temor a no disponer de ayuda en caso de encontrarse mal, puede llevarle a evitar tantas situaciones, que su vida se vea cada vez más limitada. Es muy frecuente que las personas con agorafobia sufran también crisis de angustia y, en la mayoría de los casos, los miedos se concretan en la posibilidad de sufrir una crisis de angustia en un entorno de indefensión.
  3. Fobia social Las personas con fobia social viven con una preocupación excesiva por la posibilidad de que los demás les evalúen de forma negativa. Les llena de vergüenza el hecho de tratar con desconocidos o incluso con cualquier persona que no pertenezca al entorno más inmediato. En algunos casos experimentan rubor, tartamudeo, temblores, sudoración, molestias gastrointestinales o mareos que pueden dificultar e incluso bloquear su ejecución en las situaciones sociales temidas. Muchos pacientes con fobia social evitan hablar en público y algunos llegan incluso a aislarse en entornos muy reducidos, por lo que la Fobia Social puede ser una patología que limita la vida de la persona de forma significativa.
  4. Hipocondria Se caracteriza por el temor o la convicción poco realista de padecer enfermedades. Con frecuencia, esta preocupación persistente acerca de la propia salud, se acompaña de una interpretación alarmista de alguna sensación u otro signo que aparezca en alguna parte del cuerpo. En algún caso, la persona con hipocondría, al centrar excesivamente su atención emocional en una determinada función biológica, puede terminar por formar síntomas orgánicos reales (trastorno psicosomático).

Obsesiones

Las obsesiones son ideas, pensamientos o imágenes intrusivas que aparecen de forma recurrente e involuntaria en el día a día de la persona que lo padece. Estos pensamientos, de contenido negativo, son vividos con angustia y rechazo. La persona que los experimenta intenta resistirse, lo que supone una lucha interna que genera ansiedad. Las obsesiones pueden acompañarse de rituales o compulsiones, que son conductas que se repiten una y otra vez. Los actos compulsivos no son placenteros ni de finalidad utilitaria. Para el enfermo tienen el “sentido” de prevenir que suceda algún hecho improbable. En determinadas situaciones de la vida es común que aparezca ideación obsesiva (estados de agotamiento, desánimo o incertidumbre), pero sobre todo será objeto de tratamiento cuando produzca malestar significativo o limitación.

Estrés post-traumático

Se caracteriza por una severa reacción emocional que surge como consecuencia de haber vivido un acontecimiento traumático de gran magnitud. La persona se representa el suceso traumático persistentemente, con recuerdos involuntarios, aumento de la irritabilidad, problemas para conciliar o mantener el sueño, hipervigilancia, evitación de lo relacionado con la situación traumática.

Psicosis

Son enfermedades mentales graves, caracterizadas por alteraciones del pensamiento, la conducta y la sensopercepción. Su evolución y pronóstico han mejorado mucho en los últimos años gracias a la investigación en neurociencias, a la aparición de nuevos fármacos antipsicóticos y al desarrollo de terapias psicológicas específicas. La eficacia de los tratamientos cognitivos conductuales en los cuadros psicóticos radica en su función “rehabilitadora” de la persona afectada a través de:
  • Fomentar la comprensión y cumplimiento del tratamiento psicofarmacológico prescrito.
  • Tratar las alteraciones del ánimo y los estados de ansiedad, frecuentes en los pacientes diagnosticados de psicosis.
  • Educar a los familiares en el trato con la enfermedad y con el enfermo, de modo que mejoren su relación familiar, al tiempo que fomentan un ambiente más terapéutico.
  • Orientar hacia un régimen de vida, acorde con los valores del paciente, que además contribuya a proteger de futuras recaídas.
  • Ayudar a la mejor integración laboral y social, a través del entrenamiento en habilidades sociales.

Adicciones

El consumo de sustancias (tabaco, alcohol, cannabis…) o la realización de una actividad (juego, compras, internet…) constituye una adicción si está causando problemas en la propia vida, pero se sigue practicando de forma más o menos regular. La característica esencial de la adicción es la presencia de síntomas cognitivos, comportamentales y fisiológicos que indican que la persona continua consumiendo la sustancia o realizando el comportamiento problema, a pesar de sufrir sus consecuencias adversas. Los puntos claves en el diagnóstico son la presencia del comportamiento y el fracaso del individuo en su intento de controlarlo. El tratamiento, se extiende en el tiempo en sucesivas etapas, que van desde una primera fase “de motivación” hasta – una vez resuelto el problema – un periodo dedicado a la prevención de recaídas e integracion social del paciente. Esta última fase es esencial, porque en ella se identifican las situaciones que encierran riesgo de recaída y se proporciona al paciente estrategias de afrontamiento adecuadas a dichas situaciones, además de cambiar las expectativas erróneas sobre las consecuencias del consumo.